Completé mi tratamiento y me transformé de una vieja arrugada en una mujer que aparenta máximo 35 años. ¡Es maravilloso que ahora todas las mujeres tengan esta oportunidad!
− Mamá, cuídate un poco más – es lo que me decía mi hija Inés que vive en Inglaterra cada vez que nos veíamos. Y me regalaba más y más cremas, mascarillas y otros productos milagrosos.
Pero yo ponía a un lado todos estos cosméticos mágicos. Pensaba: "Ya soy una vieja, ¿me voy a preocupar por mi aspecto? Ya han pasado mis mejores años". He vivido momentos bellos con mi marido, he criado a mis hijos. – Mejor regálame un nietecito en vez de hacerte la lista – le decía a Inés, riéndome.
Pero pronto dejé de reírme, ya que mirándome en el espejo tenía que admitir que Inés tenía toda la razón. Me había descuidado horriblemente. Tenía unas arrugas horribles, como los surcos del campo. Además, el rostro caído: mi cara había perdido su forma de antes. Estaba tan flácida que si agarraba la mejilla podía jalar la piel unos centímetros.
Además, la piel tenía un colo feo y horroroso. Seguramente porque de vez en cuando me gusta fumarme un cigarrillo. Y tomar el sol siempre me daba mucho placer. Aunque supiera que no es bueno para la piel. ¿Pero quién se preocupa por estas cosas cuando tiene 20 o 30 años?
Pero lo que más influyó en mi aspecto fue la tragedia que viví hace 13 años...
Conocí a mi Juanito hace muchos años, en la escuela técnica. Los dos viajábamos en autobús. – Cuando te vi pensé "Es mi futura esposa" – se reía después Juanito. Nuestro matrimonio feliz duró casi 30 años. Hasta que llegó el trágico día. Estábamos en la mesa cenando.
De repente Juan se agarró el corazón, se cayó y ya no se levantó. La ambulancia llegó demasiado tarde. Enterré a mi marido en el día de mi cumpleaños 50.
Todos mis planes se hicieron añicos. Antes teníamos con Juanito un puesto de verduras en el mercado. Queríamos trabajar 10-15 años más y después jubilarnos, construirnos una casa en el campo. Ya habíamos comprado un solar. Pero ahora ya no podía pensar en la jubilación. Me quedé sola con el negocio y tenía que trabajar por dos.
Después de la muerte de Juanito tenía que encargarme yo sola del negocio que antes llevábamos juntos.
Tenía miedo de que no iba a poder. Inés todavía estaba estudiando y vivía en casa. No me podía permitir el lujo de deprimirme. Tenía que asegurarle una vida digna a mi hija.
3 veces a la semana me levantaba a las 4 de la madrugada e iba en el coche destartalado de Juanito por productos frescos. Debo agregar que siempre me daba miedo conducir. Después descargaba las cajas pesadas. Trabajaba cada día, excepto los domingos.
En fin, gracias al trabajo extenuante, conseguí mantener el puesto. Sin embargo, todo este esfuerzo se reflejaba en mi apariencia. Así como todos los cigarrillos fumados por las noches, el trabajo al aire libre, el estrés... y además la falta de Juanito y tanto llorar desconsoladamente. Después de unos meses de vivir así me veía por lo menos 20 años más mayor.
Resulta que una amiga suya había hecho la compra en mi puesto pero no me reconoció... Me quedé de piedra, no supe qué decir. Colgué cuanto antes y rompí a llorar. – Si ellas hubieran pasado por la mitad de las cosas por las que pasé yo, se verían peor aún – pensaba amargada.
Cuando miro las fotos viejas no puedo creer que me había descuidado tanto
Y así pasaban los años. Inés, al terminar su carrera, encontró un excelente trabajo en una empresa internacional y se fue a Inglaterra. Hablábamos con frecuencia por teléfono. Tenía un buen puesto, un piso bonito. En la empresa conoció a un chico muy decente.
− Mamá, ¡te tengo una gran noticia! ¡Nos hemos comprometido! ¡Nos casamos en 6 meses! – me anunció mi hija por teléfono hace un año, extremadamente feliz. Y yo estaba muy contenta, por supuesto. Como cualquier madre. Pero de inmediato me entró pánico:
− ¿Cómo me voy a presentar tan arrugada frente a la familia? Todos siempre miran a la madre de la novia. Y yo parezco más la abuela que la madre de Inés. Me miré en el espejo y me di cuenta que parecía más bien de 80 años, no de los 62 que tenía.
Me imaginé cómo la familia de mi futuro yerno me iba a mirar con lástima. Su madre es una mujer muy guapa, que se cuida mucho (he visto las fotos). Y yo: una bruja vieja. ¡No podía permitirlo! Tenía 6 meses para arreglar las cosas.
Es cuando empezó mi lucha. No creía que una crema o una mascarilla iban a poder con mis arrugas. Es como querer cazar un elefante con un tirachinas... Opté por las inyecciones de bótox. Pedí un préstamo porque no me podía permitir este gasto.
– Va a doler – me dijo la señorita en el gabinete de la medicina estética antes de realizar la intervención. ¡Y no era una broma! Me caían lágrimas cada vez que metía la aguja en mi piel. Y después se sintió como si alguien me metiera hierro caliente debajo de la piel.
Otra mujer tenía que agarrar mi cara porque cada vez que veía la aguja que se me acercaba, volteaba la cabeza. Después vi que por todo este dolor me había metido las uñas en la piel: hasta la carne viva.
Tenía vergüenza por todo el circo que armé. – Tranquila, todas las mujeres reaccionan así – me tranquilizaba la cosmetóloga. – La inyección contiene la toxina botulínica, es normal que duela.
Sinceramente, esta información no me tranquilizó.
Pero lo peor llegó después. Moretones, bultos, hematomas: tenía todo esto en el rostro. – Por Dios, Cristi, ¿alguien te ha pegado? – dijo con horror una vecina al verme. Yo pensé: − Pues bien, voy a aguantar todo esto. Pero tal vez valga la pena.
No lo fue. Sin embargo, ¡cuando desapareció la hinchazón y los moretones vi que no había perdido ni una arruga! Además, después de la intervención se me empezó a caer un párpado y las comisuras de los labios. Y allí donde me inyectaron la toxina quedaban los vasos sanguíneos rotos.
Incluso me tomé fotografías para demandarlos. Porque perdí muchísimo dinero, pero en vez de mejorar mi aspecto, me veía aún peor. Pero después ya no tenía fuerza para ir al juzgado con estos estafadores.
¡Por el bótox perdí muchísimo dinero pero no eliminé ni una sola arruga!
Estaba devastada. Pensé que ya no había esperanza para mí. Todo cambio el día que encontré en el mercado a una vieja compañera de la escuela.
− ¡Cristina! ¿De verdad eres tú? – escuché una voz conocida en el mercado. Era Dolores, mi compañera de la escuela. ¡No podía creer que fuese ella! Parecía una jovencita. Su cara era lisa, radiante. Como si el tiempo se hubiera parado para ella cuando tenía 30 años: ¡pero tenía más de 60!
− ¿Cómo lo ha hecho? – pensé de inmediato. Sabía que Lola no tenía ni un pelo de santa. Todavía en la escuela técnica nos escondíamos detrás del edificio para fumar. Y después de las clases había muchas fiestas locas. ¿Habría empezado a llevar una vida más sana? ¿O simplemente encontró una clínica de bótox, pero de las buenas?
− ¡Nada de eso, querida! Alrededor de un año mi hijo me trajo de un viaje de negocios a Tokio una fórmula excepcional a base de extracto de aloe. La descubrió un médico que quería curar a su esposa de unas cicatrices horribles causadas por un accidente.
− Y de paso descubrió un producto que reduce las arrugas. Se supone que todos hablan de eso en Japón. Yo seguí un tratamiento y mi cara está como la piel de un bebé. Aquí lo tienes, te apunté donde lo puedes conseguir – me dijo, dándome un pedazo de papel.
− Pero cuidado, cariño – agregó Lola, mirándome directamente a los ojos. – En el mercado hay muchísimas imitaciones sospechosas. Solamente en este sitio puedes conseguir la fórmula original.
No me podía creer todo esto. − ¿El bótox no me hizo ningún efecto pero una fórmula con extracto de aloe me quitará años? – ¿Y si Lola sí se había operado pero no lo quería admitir? – pensaba dudando.
Pero por el otro lado, ¿qué podía perder probando? – No me puede pasar nada peor que el bótox – pensé y tomé la decisión. Pensé que como se trataba de un invento revolucionario a base de extracto de aloe, iba a necesitar una fortuna para pagarlo. Pero me llevé una sorpresa porque en comparación con el bótox era prácticamente gratis.
La primera noche, después de ponerme la fórmula de lifting en el rostro, sentía un hormigueo delicado y agradable. Cuando me levanté por la mañana, me quedé pasmada. Las arrugas de fumador que desde hacía años afeaban el área de los labios, literalmente parecían planchadas. Lo mismo pasó con las arrugas de alrededor de los ojos.
Sentía que mi piel estaba tersa, lisa, agradable al tacto. Los poros que antes parecían cráteres de la luna, se hicieron pequeños, prácticamente invisibles. Parecía por lo menos 5 años más joven.
Después del tratamiento en mi cara no quedaba ni una arruga : exactamente como lo había dicho Dolores. Literalmente, como si alguien hiciera que recuperara la piel de una chica de 20 años: solo que más bonita, sin granos. Además, mejoró la forma de mi rostro: se veía como después de un lifting, lo único es que todo ocurrió de manera natural.
Asimismo, desaparecieron los "recuerdos" horrorosos del bótox. El párpado y las comisuras de los labios dejaron de caerse, y todos los hematomas y las arañas vasculares desaparecieron. Me miraba en el espejo sin parar. No dejaba de tocar mi cara lisa y no dejaba de dudar:
¿De verdad soy yo?
Rejuvenecí la piel más de 30 años
− Inés, ¿estás visitando a tu mamá? – me preguntó una vez la vecina cuando estaba abriendo la puerta de mi piso. ¡Me confundió con mi hija de 27 años! Al entrar a casa, empecé a saltar de alegría.
Sentí fuerzas renovadas para actuar. Como si, junto con las arrugas, alguien borrara muchos años de preocupaciones. Cuando mi hija me pidió que fuera a Inglaterra con dos semanas de antelación para ayudarle con los preparativos para la boda, consentí sin vacilar.
Cuando Inés me vio en el aeropuerto se quedó sin palabras. Esperaba ver a una anciana, cansada de la vida. Pero allí estaba yo: erguida, radiante, feliz. Sin las arrugas de fumador, sin este surco horrible entre las cejas, sin nada de "recuerdos" del bótox.
– Mamá, ¡pareces una de las participantes de este programa donde las mujeres experimentan la metamorfosis de sus sueños! Pero hablando en serio, dime: ¿has empezado a usar finalmente estas cremas que te había comprado? – preguntó Inés mirándome con admiración.
Le ayudé con todo a mi hija. Juntas elegimos el vestido de novia y decoramos el salón de baile. También preparé mi famoso pastel. De hecho, fueron 10 pasteles, y los invitados no podían creer que los hubiera horneado todos yo sola. La madre del novio me preguntó discretamente en medio de toda la fiesta:
− Querida, ¿qué es lo que haces que no envejeces? Yo me tengo que poner un montón de maquillaje y tú te ves tan joven como Inés.
Esta soy yo con Inés antes de la boda
Resultó que debajo de las capas gruesas de maquillaje la madre del novio ocultaba arrugas muy profundas. No podía creer que aquella noche no llevara ni la base de maquillaje ni polvo, y mi piel pareciera la piel de una jovencita.
– No podía quitarte la vista de encima. Destacabas entre todas las mujeres en la fiesta. Tu sonrisa radiante me ha robado el corazón. ¡Brillabas como una estrella! – me confesó después.
Todos los invitados se estuvieron divirtiendo hasta la madrugada. Yo fui la última en salir de la pista de baile. Toda la fiesta me la pasé bailando con Jorge, un tío del novio que acababa de conocer.
Jorge intentaba conquistarme, pero yo al principio no hacía más que rechazarlo. – ¿Para qué necesito todo esto? Estoy muy bien yo sola – me decía. Pero Jorge fue insistente. En el primer aniversario de nuestro encuentro se presentó en mi casa con un anillo. – ¿Me quieres seguir iluminando el camino, mi estrellita preciosa? – me preguntó, hincándose en el pasillo. Me quedé sin palabras por la impresión. Pero finalmente pude pronunciar una sola palabra: Sí.
Juntos vemos el futuro con optimismo
Si aquel día en el mercado no le hubiera hecho caso a Lola y si no hubiera usado la fórmula de lifting, habría perdido una oportunidad tan grande para ser feliz. Porque la felicidad nos puede encontrar a cualquier edad. Solo hay que abrirle cuando llame a nuestra puerta.
¡Queridas Lectoras! El tratamiento que reduce las arrugas, el mismo que había usado Cristina, desde hace poco también se puede conseguir. Hay una oferta especial para nuestras lectoras : gracias a la que el tratamiento se puede recibir con una subvención 270 GTQ más barato. Para aprovechar la oferta hay que hacer clic en el enlace de abajo:
La historia de Cristina Gutiérrez la escuchó Claudia Flores
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Madamme
¿Tal vez alguien ya ha probado este tratamiento y lo puede recomendar?
Juana_Martínez_123
Yo también quiero hacer la misma pregunta. ¿Alguien lo ha probado? Ya no me puedo ver en el espejo. Antes era una mujer atractiva, y ahora parezco mi propia madre. Así que si alguien ya realizó este tratamiento, agradecería opiniones honestas
Pepa
@Juana_Martínez_123 ¡yo lo he probado y lo recomiendo de todo corazón! Es el único tratamiento antiarrugas que funciona de verdad. Ya no soy tan joven (68), así que cualquier cosa no me hubiera ayudado. Este tratamiento me lo dio mi hija que ya no podía ver mi cara llena de arrugas y surcos. Y en 21 días tengo la cara lisa, sin imperfecciones. Y ahora mi hija me roba la fórmula. ¡Así que la recomiendo mucho!
Maruja
¡Felicidades, Cristina! La vida hay que tomarla por los cuernos. Yo también me descuidé mucho en los últimos años. Tengo unas arrugas mímicas horribles alrededor de la boca y ya incluso estaba considerando el bótox. Pero después de lo que acabo de leer no me apetece nada de nada. Es maravilloso que exista un tratamiento así, lo voy a probar sin duda
Alba_Vi
¡Le felicitamos a Cristina por ser tan valiente! ¡Qué mujeres más fuertes! Lo admiro